miércoles, 9 de septiembre de 2009

ETAPA MARATHÓN





















































































































Sábado partimos raudos y veloces a descubrir la cara que acaricia el atlántico a Portugal, esa línea deforme y acantilada que baja hasta el cabo San Vicente objetivo propuesto por nosotros, tras la noche anterior y los planes a día de hoy, los coches realizaron la etapa más corta, visitando Troia y bajando hasta Grandola. Cuando nosotros llegamos a esta ciudad, prácticamente les llevamos dos horas de ventaja.

Empezamos con brío la mañana, ya que la tirada prometía batir el record kilométrico y de variedad de terrenos como así sucedió 480 km. De lo más variado y selecto. Cientos de pistas de todo tipo de tierra, cruces a nivel, hasta siete y ochos cruces de ramificaciones en cada nueva conexión. Pistas firmes y entre bosques de eucaliptos, de alcornoques, de Pinos Mediterráneos. Un autentico vergel para desfogar al Marc Coma que llevamos dentro.

El amigo Juan Fra nos dio lecciones de orientación y seguridad con el GPS, estuvo totalmente acertado, a pesar de las múltiples interpretaciones que se pueden dar en el terreno, Sus percepciones le convierten en un especialista a tener en cuenta en cualquier parte del planeta, Su aprendizaje con la nueva montura de BMW 800 va camino de la evolución total.

Cuando avistamos el atlántico ya habíamos marcado más de la mitad del recorrido las ganas de tomarnos la merecida cervecita del éxito llegó, y con un almuerzo ligero, continuamos otro sprint hacia el cabo de San Vicente allá en Sacres, un nuevo elemento nos alegra el espíritu aventurero, los blancos arenales de dunas ondean el horizonte y pronto damos cuenta de su consistencia, arena blanda y con bastante espesura, la suficiente como para emplear las habilidades y cambiarnos el chips de la tierra.

Avanzamos varios kilómetros paralelos al mar, hasta que renunciamos a romper la moto y agotar nuestras pocas energías. El día se había dado demasiado bien, y tentar la suerte, no es buen consejo en la recta final del raid. A San Vicente, volamos, pues el rugir de las olas en los acantilados y la sed de revelar su fama, nos llevó a la misma esquina de Europa, donde el viento embiste el mar y agitado e incansable moldean una costa singular, de extraña belleza.

El subidón de adrenalina, quiso celebrarlo y allá en Sacrés dimos cuenta de la fama de su zumo de cebada. Ahora solo queda la recta final, cien kilómetros más y salvamos el honor de una gran etapa de variedades y descubrimientos. Y así quiso el destino que sucediera y continuamos el brindis en la cena en la Albufeira en la llegada. Cuco se había adelantado cuando aparecieron las dunas, el único elemento en el que no se atrevió sus habilidades.

Mañana partimos para Madeira, nos queda la propina de un Raid magnifico, trataremos de narrarle el resumen final de la boca y la mano de los héroes que han sido los que han participado. Hasta mañana amigos. Hasta que llegamos a la isla de Pinocho. Madeira.

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